El tiempo se encargó de que uno y otro olvidaran los eventos de esa noche; uno por no tener escrúpulos, el otro por no poder darse el lujo de guardar rencores… tenía mejores cosas de que ocuparse.
El mismo tiempo le permitió a uno progresar… se convirtió en esos que siempre están cerca del poder, de esos a los que siempre les va bien.
Pero también el otro pudo progresar, abrazar la cardiología como especialidad, y crear un nombre y reputación… Una ligera cojera le acompañaría por siempre, las cicatrices que le quedaron, fueron disimuladas por la edad, a tal punto que ni sus nietos se percataron de ellas.
Un día, uno discutía acaloradamente con el funcionario que le retenía unos pagos… las razones no venían a cuento, las pérdidas que le provocaban era lo que más le molestaba. Otro salía de cirugía, otro bypass exitoso… había perdido la cuenta de cuántos había hecho ya…
De repente uno no pudo gritar mas… sentía como si todo el mundo se apoyara sobre el… todo daba vueltas, el sudor que comenzó a brotar de si apenas le permitía mantener los ojos abiertos. Por más que se esforzara en respirar, sentía que se ahogaba. Como por instinto, intentó llevarse las manos al pecho, pero sólo la derecha le respondió, pero no tuvo tiempo de percatarse de eso… todo se oscureció y no supo nada mas…
El otro se apresuró a llegar a la emergencia, a todas luces era un infarto, tomó un estetoscopio y comenzó a hacer la inspección protocolaria, mientras una enfermera le recitaba lo que sabía del paciente, edad, peso, que el paciente perdía y recobraba la consciencia… el otro la escuchaba mientras revisaba el mismo miles de otras cosas. Se volteó para ver mi mejor las líneas del electro y sus ojos se detuvieron sobre el rostro de uno acostado ahí, frente a el…
Ambos se reconocieron al mismo tiempo. El tiempo pareció detenerse y dar marcha atrás. De repente todo estaba claro, como si acabase de suceder. El silencio de la noche, los vidrios sobre todo el cuerpo, el olor de la calle, el dolor, el odio, la pregunta… todo estaba ahí. Uno miraba con asombro al otro, asombro y miedo a la vez… no era sólo el miedo a morir, era el miedo a que el otro le pasara por fin factura…
El otro lo miraba atentamente… era el mismo rostro, pero su expresión no podía ser más distinta. Seguía teniendo ese dejo de superioridad, pero al mismo tiempo, esa humildad que sólo el miedo a la muerte es capaz de infundir a un hombre…
Todo se detuvo para el otro… sólo podía pensar en todo el dolor, todo el sufrimiento había causado aquella noche… Quiso odiarlo, quiso vengarse ahí mismo en ese lugar, y comprendió que ninguna oportunidad podría ser mejor que esta…
“Enfermera, ¿por qué no terminan de intubarlo?” …
1 comment:
Ok... quien puede decir sino otra cosa que "la vida te da sorpresas... sorpresas te da la vida!!!"
Las vueltas que tiene esta vaina no tienen madre!!!
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