Wednesday, April 12, 2006

Visita al Barbero

Como hace rato que mi calva ha hecho que me ahorrara el salón, hace un par de años opté por la "maquinita", la cual pacientemente mi esposa me aplicaba. Pero, debido a que el año pasado, estando ella en España y que ya parecía un loco (no hay cosa mas fea que un calvo corbejú), pasé por la barbería que hay en El Nacional, y no salió tan mal el invento.

Una de las ventajas de ser calvo es que, debido a que son tan pocos pelos, es difícil que quede mal la pelada. Hecho y decidido oficialmente los de El Nacional son mis barberos oficiales y por menos de RD$ 200 y 15 minutos, problema resuelto.

Hoy me tocó repetir visita. Luego de acordar cual cuchilla usaría (#3 para los que llevan anotaciones) y de especificar que nada de cerquillo (me traumatizó un barbero de la Barbería Cibao que quedaba frente al Parque Independencia, que me dejó que parecía un escapao del 28), el Sr. puso manos a la obra.

Luego de ponerme la capa, lo siguiente que hacen es ponerte de espaldas al espejo. Me imagino que para que uno no se espante y vaya a mandarse a mitad del pelao, ya que, chapados a la antigua, cobran al final. Casi al terminar, te voltean para que veas como está quedando el asunto y cambian a la #2 para hacer una buena transición de los lados a los 14 pelos que tercamente insisten en quedarse en la parte superior...

Luego viene la parte que a mi me dió más gracia. Viene el trimao. Osea, tijera en mano, a cazar aquellos pelos que resistieron el embate de la máquina. A todo esto, recuerden que estoy de frente al espejo ya... Peine en una mano y tijera en la otra comienza la cacería... nada anormal, so far, lo curioso es que por cada tijerazo, vienen en rápida sucesión tres mas, al aire, en seco. Siempre tres y sin cortar nada. Por cada pelo cortado, tres tijerazos en seco. Lo grande es que duró mas tiempo en esto que pelándome...

Aguantando la risa (me gozo mi calva, por si no se han dado cuenta), calculé que me cortó con la tijera unos 18 pelos rebeldes, lo que arroja un total de 54 tijerazos en seco... me imagino a unos jóvenes barberos en la clase Calva 101 y a un vetusto profesor clasificando las calvas según su extensión y - aclarando que es tema de exámen - explicando cuantos tijerazos en seco hay que dar para que el cliente quede satisfecho - y con la moral lo menos maltratada posible - y salga creyendo que aún queda algo de dignidad capilar debido a todo el tiempo que tubo que durar con la tijera...

La verdad que quien no encuentra de que reirse de la vida es porque no quiere...

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